La
sociedad feudal era profundamente desigual. Se hallaba dividida en
órdenes o estamentos, grupos sociales cerrados y sin apenas
movilidad social, a los que se pertenecía por nacimiento y para toda
la vida.
Los dos
primeros estamentos eran los privilegiados:
- La nobleza, dedicada a la defensa militar y a la guerra.
- El clero: curas, monjas y monjes dedicados a la oración y a la iglesia.
Los
privilegiados constituían la minoría de la población y gozaban de
todos los derechos: poseían la mayor parte de las tierras (feudos),
no tenían que trabajar, estaban exentos del pago de impuestos y
tenían reservados los altos cargos del reino.
El
tercer estamento estaba integrado por los no privilegiados.
Su función era trabajar y mantener a los otros dos estamentos;
carecían de cualquier derecho y estaban sometidos a fuertes
impuestos.
Según
la actividad económica a la que se dedicaban, se dividían en
campesinos (la
inmensa mayoría de la población), y artesanos.